Es hora de recuperar tu vida y tu libertad.
No hay palabras mágicas o fórmulas secretas para el perdón. Sin embargo, hay principios bíblicos que pueden ayudar a los cristianos a liberarse del dolor. La distinguida maestra Nancy DeMoss Wolgemuth ahonda en la Palabra de Dios para descubrir las promesas y exponer los mitos acerca del perdón. Este libro aborda las estrategias para poner en práctica la gracia y misericordia de Dios y así poder perdonar a otros como Dios nos ha perdonado a nosotros. Nadie dice que será fácil. Pero puede salvarte la vida. Aprende cómo liberarte de la amargura y el dolor: ¡Escoge perdonar!
Tal vez aún recuerdes el instante en que te ofendieron, el momento exacto del día, o la mirada de la otra persona, cuando tus esperanzas y sueños fueron estropeados por alguien en quien confiabas. Y desde entonces tu vida se ha detenido, saboteada por un resentimiento que no has podido superar o sueños de venganza que te han dejado insensible o indiferente hacia la vida. Quizás las cosas de la vida diaria y las relaciones con otras personas te han dejado con un nudo en el estómago y un corazón lastimado. Me he sentido apremiada a escribir este libro porque sé que muchos creyentes enfrentan a diario los efectos en cadena de la falta de perdón, de una u otra manera. Es algo que afecta a hombres y mujeres, adultos y jóvenes, casados y solteros, ricos y pobres. Puede ser la respuesta a ofensas indescriptibles, algunas de las cuales pueden extenderse por décadas, o a insultos y agravios momentáneos que, si bien parecen microscópicos, duelen. He visto cómo la falta de perdón causa estragos en los matrimonios, las iglesias, los centros de trabajo y los ministerios. He visto cómo destruye amistades de mucho tiempo. El autor de Hebreos nos dice: “Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (He. 12:15). Mi oración más profunda es que tú puedas “alcanzar la gracia de Dios”; que puedas liberar a cada rehén que tengas cautivo en la prisión de tu mente y de tus emociones… y que al hacerlo también encuentres tu libertad. Este es el plan de Dios para tí. Y es la voluntad de Dios para tu vida.
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